martes, 8 de marzo de 2011

GLORIA COATES: CUARTETO Nº 5 (1988)


Hasta ahora, Coates —una compositora nacida en Wisconsin que vive en Munich, que no acaba de ser tan conocida en su país como debiera-, ha sido conocida fundamentalmente por sus sinfonías; ha escrito quince hasta la fecha (la última en entre 2004 y 2005). Coates, sin embargo, ha sido igualmente prolífica en la música de cámara y sus obras camerísticas ofrecen una oportunidad para observar sus ilusiones como en un primer plano. En sus sinfonías es tanto lo que sucede entre los corales tonales de fondo, los estallidos de la percusión y las redes de ondulantes líneas de la cuerda, que su logro técnico permanece oculto. Aquí, en sus cuartetos de cuerda, podemos distinguir cada nota, cada línea; lo que resulta sorprendente es que las ilusiones son igual de sorprendentes.

En el Quinto Cuarteto, escrito en 1989, el primer movimiento parece engañosamente sencillo: un doble canon dentro enteramente de la escala de La menor, sin un solo bemol o sostenido en ninguna parte. Las cuerdas del primer violín y de la viola, sin embargo, están afinadas un cuarto de tono más altas que las del segundo violín y violonchelo, creando un reflejo canónico alejado un cuarto de tono de la octava y otorgando a todo el canon una atmósfera misteriosa, generalmente inestable, a pesar de la sencillez de sus melodías lentas. El segundo movimiento es una textura de continuos glissandi cuidadosamente anotados, entre los cuales aparecen fragmentos de una melodía familiar: Coates recoge la cita como "Fling Out the Banner, Let It Wave", pero la melodía ha aparecido también como un villancico navideño, "I Heard the Bells on Christmas Day". Este es un caso en el que la melodía se teje de un modo tan discreto a partir de los glissandi, tocados primero por un instrumento y luego otro, que no siempre se percibe. El tercer movimiento es una de las ofrendas más inusuales en una producción inusual, que recuerda a ese juvenil cuarteto estudiantil de 1962 que está escrito enteramente en glissandi. Moviéndose en tempos diferentes, los cuatro instrumentos se deslizan hacia arriba y hacia abajo a través de intervalos que en un principio aumentan su tamaño con cuartos de tono y luego disminuyen. La textura tiene una sensación de incertidumbre constante, sin ninguna nota firme o inmutable a la que agarrarse hasta el acorde final y largamente mantenido de cuerdas al aire. La literatura cuartetística ofrece pocas experiencias, si es que alguna, tan vertiginosas. Texto: www.naxos.com, original de Kyle Gann y traducción de Luis Gago, referencia discográfica NAXOS 8.559091 - COATES, G.: String Quartets Nos. 1, 5 and 6

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